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Cuando nos morimos, nuestro cuerpo contamina el planeta. En el proceso de cremación convencional, la atmósfera recibe al menos 400 kg de CO2 a parte de que el humo en algunas circunstancias contiene mercurio y prótesis fundido vaporizadas.

Nuestro cuerpo, expide toxinas que son producidas por medicamentos y radioterapia que al final son filtradas desde el piso a medida que se va descomponiendo, al igual que el líquido de embalsamiento alterando el suelo.

Una alternativa para mejorar el medio ambiente y así no contaminar, es la hidrólisis alcalina, el cual es un procedimiento que desintegra el cuerpo evitando que se liberen a la atmósfera el dióxido de carbono producido por la cremación. Este procedimiento se realiza a través de una maquina llamada Resomator, el cual es un recipiente cilíndrico presurizado y desarrollado por el inventor Sandy Sullivan en Inglaterra.

Los cadáveres son sumergidos en una mezcla de agua que debe estar a temperatura de 150 grados y una solución de hidróxido de potasio durante 3 horas. Una vez finalizado el tiempo, son molidos los huesos blandos y grises mientras que el líquido es enviado a una planta de tratamiento para su respectiva eliminación.

En este proceso, se utilizan 250 galones de agua y según la investigación de la revista Journal Of Neurology, en los entierros, las personas que hacen los procesos de embalsamiento de los cuerpos pueden sufrir esclerosis lateral amiotrófica (ELA) dado a la manipulación del líquido de embalsamiento.

De acuerdo a los costos, este proceso resulta ser más económico que un entierro dado que los terrenos cada vez son más costosos y escasos.

Redacción GEP. Visite el sitio original de la nota | Fuente: elespectador.com