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La custodia de una mascota en un divorcio puede ser un tema delicado y emocional para ambas partes. En general, la ley considera a las mascotas como propiedad, lo que significa que se pueden tratar de la misma manera que otros bienes, como un automóvil o una casa. Sin embargo, a diferencia de un objeto inanimado, las mascotas tienen necesidades y sentimientos que deben ser considerados en el proceso de custodia.
En algunos casos, las partes pueden llegar a un acuerdo amistoso sobre la custodia de la mascota. Pueden acordar compartir la responsabilidad de cuidar al animal o permitir que una de las partes tenga la custodia exclusiva. En otros casos, un juez puede intervenir y tomar una decisión sobre la custodia de la mascota.
Para tomar una decisión, el juez puede considerar varios factores, como quién ha sido el principal cuidador de la mascota, quién tiene el espacio adecuado para cuidarla y quién tiene la capacidad financiera para hacerlo. También pueden considerar el bienestar emocional de la mascota y si la decisión es lo mejor para ella.
Para la ley, en este caso, lo más importante es que las obligaciones se cumplan y los derechos de protección del animal se mantengan.