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La ansiedad es una emoción que se caracteriza por la tensión, la preocupación y cambios físicos, como el aumento de la presión sanguínea, según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA). Las personas que sufren trastornos de ansiedad a menudo experimentan pensamientos y preocupaciones intrusivas, a veces evitando situaciones que les generan estrés. Además, los síntomas físicos, como sudor, temblores y ritmo cardíaco acelerado, son comunes en aquellos que luchan contra la ansiedad.

Reconocer los síntomas de la ansiedad puede ser complicado, ya que se asemejan a los de otros trastornos físicos y mentales. Sin embargo, es esencial prestar atención a la frecuencia y el contexto en el que se presentan estos síntomas. Entre ellos se incluyen presión en el pecho, dificultad para respirar, sudoración excesiva, palpitaciones, malestar estomacal, dolor de cabeza y tensión muscular, entre otros.

Para aliviar la ansiedad, existen estrategias que pueden ayudar tanto a corto como a largo plazo. En el momento de un ataque de ansiedad, es esencial relajarse, soltar la tensión y permitir que las sensaciones fluyan. La respiración desempeña un papel fundamental en este proceso, y quienes están cerca de alguien que experimenta un ataque de ansiedad pueden brindar apoyo al recordarles que están seguros y ayudarles a controlar la respiración.

Además de las medidas inmediatas, hay hábitos que se pueden incorporar para reducir la ansiedad a largo plazo, como mantener una buena higiene del sueño. Dormir adecuadamente es fundamental, ya que el sueño desempeña un papel vital en la restauración de las funciones cerebrales. La comprensión de la ansiedad, sus síntomas y las estrategias para aliviarla es esencial para vivir una vida más saludable y equilibrada.

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