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La proximidad de la Navidad despierta en muchas personas sentimientos de ansiedad y depresión. Si te encuentras en esa situación, existen acciones que puedes emprender para combatir la melancolía navideña y mejorar tu bienestar.

El ambiente navideño ya se percibe con fuerza: calles decoradas con luces multicolores, bullicio en los comercios acompañado de villancicos, restaurantes repletos de animadas celebraciones empresariales y niños esforzándose por comportarse bien, ilusionados con la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos.

Aunque para muchos la Navidad representa un periodo de alegría, celebración, ilusión y reencuentros, los últimos meses del año, especialmente noviembre y diciembre, no siempre resultan sencillos de transitar para todas las personas. Esta etapa es conocida como «tristeza navideña o depresión navideña.

Aunque la «Depresión Navideña» no está actualmente clasificada en ninguna categoría diagnóstica del DSM-V-R, que es una referencia fundamental en la psiquiatría y psicología, reconocemos la existencia de una serie de signos y síntomas que generan un malestar real durante la aproximación de la Navidad y durante las festividades, aunque suelen ser de menor intensidad y duración.

Es esencial tomarse en serio y estar alerta a los problemas de salud mental a corto plazo, ya que pueden no solo desencadenar ansiedad clínica y depresión, sino también ayudar a las personas, las familias y los amigos a gestionar adecuadamente las expectativas en estas fechas especiales, considerando las posibilidades reales y siendo conscientes de los límites propios y ajenos.

Es importante destacar que hay un grupo de personas que se verá especialmente afectado al acercarse la Navidad y deben prepararse psicológica y emocionalmente para enfrentarla: son aquellas personas con una enfermedad mental previa y aquellas que experimentan exclusión.

SÍNTOMAS DE DEPRESIÓN NAVIDEÑA.

En algunas ocasiones, la naturaleza de esta tristeza puede asemejarse a lo que conocemos como Trastorno Afectivo Estacional. Este término, acuñado por Norman Fosenthal en 1984, hace referencia a la depresión influenciada por las estaciones del año y suele manifestarse especialmente durante la temporada invernal, siendo fácilmente confundido con la tristeza asociada a la Navidad.

El Trastorno Afectivo Estacional se caracteriza por un estado de ánimo bajo, falta de energía, alteraciones en el sueño e irritabilidad. Se ha comprobado su estrecha relación con la cantidad de luz durante el día y la secreción de melatonina, una hormona liberada durante la noche por la glándula pineal. Sin embargo, cuando esta exposición a la brillante luz del sol de la mañana no ocurre, se produce una alteración significativa en los ciclos de sueño y vigilia.

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