Imagen: Freepik

El fenómeno del acoso escolar comprende el maltrato físico o psicológico que un estudiante sufre de parte de uno o varios compañeros, extendiéndose en el tiempo. Sus causas pueden variar, siendo algunas de estas la presencia de una personalidad agresiva en el agresor, un ambiente familiar poco saludable o una falta de control emocional.

Es crucial reconocer la propensión a despersonalizarnos cuando estamos en grupo, particularmente en el caso de los niños y adolescentes. Además, no podemos pasar por alto el miedo que sienten otros estudiantes de convertirse en víctimas, lo cual puede llevarlos a permanecer en silencio o incluso a participar en los actos de acoso. A menudo, la detección de estos casos se logra mediante la observación de síntomas o gracias al valor de algún estudiante que denuncia la situación. En este sentido, la educación y la sensibilización son herramientas fundamentales. Es importante destacar que este problema ya afecta a uno de cada 10 niños en las escuelas de Colombia.

Clases de Bullying.

El bullying, en todas sus formas, es un problema grave que afecta a niños y adolescentes en todo el mundo, incluyendo Colombia. Se manifiesta de diversas maneras, siendo el bullying físico uno de los más habituales. En este tipo de acoso, los agresores utilizan la fuerza física para intimidar a la víctima, mediante empujones, golpes o incluso robando sus pertenencias. Esto no solo causa daño físico, sino también un profundo impacto psicológico, generando ansiedad y miedo en la víctima.

El bullying psicológico: Es otra forma de maltrato que se presenta con frecuencia en los entornos escolares. Estudios realizados en otros países muestran que un gran porcentaje de alumnos ha sido objeto de burlas, exclusión o maltrato verbal por parte de sus compañeros. En España, por ejemplo, se han reportado casos de persecución, chantaje y amenazas con el fin de dañar la autoestima de la víctima.

El bullying verbal: Es una de las formas más comunes de acoso, donde se busca causar daño psicológico a través de palabras. Esto puede incluir insultos, difamación, exclusión o ridiculización en público. Es importante destacar que, aunque tanto niños como niñas pueden ser víctimas de este tipo de acoso, las chicas tienden a experimentarlo más a medida que se acercan a la adolescencia.

El bullying sexual: Es otra forma grave de acoso que afecta a un porcentaje significativo de estudiantes, según estudios realizados en otros países. Se manifiesta a través de comportamientos o comentarios de índole sexual, y puede ser especialmente perjudicial para miembros de la comunidad LGTBI. En casos extremos, puede derivar en abuso sexual.

El bullying social: Busca aislar a la víctima, ya sea directamente excluyéndola de actividades o de forma indirecta, ignorando su existencia. Esto puede tener un impacto devastador en la autoestima y el bienestar emocional de la persona afectada.

El ciberbullying, o acoso cibernético:  Es una forma de bullying que ha aumentado con el acceso a Internet. Los acosadores utilizan plataformas digitales para humillar a la víctima de manera anónima, mediante insultos, difamación, montajes o incluso fotografías comprometidas. Este tipo de acoso puede tener consecuencias graves, llegando incluso a provocar pensamientos suicidas en las víctimas.

¿Cómo identificar el acoso escolar?

Es común que el acoso se desarrolle fuera del alcance de los profesores y padres, lo que dificulta su detección y acción. Los abusos suelen ocurrir en áreas del colegio donde no hay supervisión adulta directa. Por lo tanto, es esencial que los maestros estén atentos a los siguientes signos para tomar medidas adecuadas:

En la víctima: ausencias injustificadas, deterioro del rendimiento académico, manifestaciones de depresión o ansiedad, entre otros síntomas.

En el acosador: falta de respeto hacia los profesores o compañeros, comportamiento impulsivo, desafíos constantes hacia autoridades y compañeros, y un exceso de agresividad, entre otros comportamientos.

Una vez confirmado o sospechado el acoso escolar, es crucial que el profesor actúe de manera inmediata. Para ello, se recomienda seguir el protocolo establecido por el centro educativo. En caso de no existir uno, es necesario consultar la normativa de la comunidad autónoma correspondiente. Entre las medidas que deben tomarse se encuentran las siguientes:

  1. Informar a la dirección del centro sobre los hechos, o en casos más graves, a la fiscalía de menores o a la policía.
  2. Mantener diálogos con la víctima, el agresor y los testigos para obtener una comprensión completa y detallada de la situación.
  3. Entablar conversaciones con los padres tanto del agresor como de la víctima.
  4. Implementar las medidas cautelares más apropiadas, como la suspensión temporal o definitiva del agresor y brindar protección a la víctima.
  5. Es fundamental llevar a cabo todas estas acciones respetando absolutamente la confidencialidad de los involucrados. Recuerda que al ser menores de edad, están especialmente protegidos por las normativas vigentes sobre protección de datos.
Visite el sitio original de la nota | Fuente: universidadviu.com