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Bogotá enfrenta un creciente desafío relacionado con la siniestralidad vial, que ha sido declarada como un problema de salud pública tras la aprobación unánime de un proyecto en el Cabildo distrital. Este proyecto, impulsado por el concejal Julián Sastoque, busca que la administración de la ciudad tome medidas urgentes para prevenir y mitigar los impactos de los accidentes de tránsito en la capital colombiana.

Las cifras presentadas por la Agencia Nacional de Seguridad Vial revelan una tendencia preocupante: entre enero y junio de 2024, se registraron 318 muertes por accidentes de tránsito en Bogotá, superando los 302 fallecidos del mismo período en 2023 y los 277 en 2022. Estos datos evidencian un aumento sostenido en la mortalidad vial, con un incremento notable desde 2019, cuando se registraron 228 fallecidos. Los usuarios de motocicletas y los peatones son los más afectados, representando el 45,3% y el 36,8% de las víctimas, respectivamente.

La propuesta de Sastoque no se limita a la Secretaría de Movilidad, sino que plantea un enfoque transversal que involucra a diversas entidades como el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), la Unidad de Mantenimiento Vial (UMV), y las secretarías de Seguridad, Cultura y Ambiente, entre otras. La intención es implementar medidas integrales y urgentes ante las alarmantes cifras de siniestralidad.

El plan incluye seis acciones específicas para abordar el problema. En primer lugar, se realizará un diagnóstico detallado mediante la recopilación de datos sobre la siniestralidad vial como problema de salud pública. Además, se coordinarán esfuerzos para abordar los determinantes sociales y ambientales que influyen en los accidentes, creando entornos más seguros para la ciudadanía.

Otra de las medidas contempla la evaluación de los tiempos de respuesta a las víctimas de accidentes viales, gestionados por el Centro Regulador de Urgencias y Emergencias a través de la Línea 123. Sastoque también destacó la necesidad de divulgar la oferta de apoyo psicológico, jurídico y social disponible para las víctimas a través del Centro de Orientación a Víctimas de Siniestros Viales (ORVI).

Adicionalmente, se desarrollarán campañas de información, educación y comunicación dirigidas a la población que vive o transita en zonas de alta movilidad y recreación, así como en áreas cercanas a establecimientos donde se consume alcohol y otras sustancias que alteran el estado de conciencia.

Por último, el proyecto promueve la implementación de una estrategia de comunicación de riesgo que resalte el impacto de los siniestros viales en la salud pública, con el objetivo de aumentar la conciencia ciudadana y reducir la incidencia de accidentes.

Históricamente, Bogotá ha enfrentado una fluctuante situación en cuanto a siniestralidad vial. En el informe presentado por Sastoque, se destaca que, aunque entre 2000 y 2006 las muertes por accidentes viales se redujeron a la mitad, y entre 2016 y 2019 se logró una disminución continua, la tendencia ha cambiado en los últimos años. Desde 2021, las cifras de fatalidades han vuelto a aumentar, llegando a 536 en 2022. Este incremento se atribuye en gran parte al aumento del uso de motocicletas y servicios de mensajería durante la pandemia, lo que ha generado un mayor riesgo en las vías de la ciudad.

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