Escuchar ciertas expresiones en el entorno familiar puede ser una señal de que estamos en una dinámica tóxica, aunque a simple vista parezcan inofensivas.
La responsabilidad afectiva implica ser conscientes del impacto que nuestras palabras, acciones o incluso silencios tienen en los demás. Aunque es imposible evitar por completo causar algún daño emocional, sí es posible reducirlo y hacernos responsables de nuestras conductas, siempre que contemos con honestidad, empatía y madurez emocional. Este tipo de daños, muchas veces involuntarios, son frecuentes en el ámbito familiar.
El medio Ouest France recopiló siete frases recurrentes en familias con comportamientos dañinos, con el fin de ayudarnos a identificarlas y decidir cómo reaccionar para proteger nuestra autoestima y bienestar:
«Eres demasiado sensible»
Se utiliza para desvalorizar las emociones, insinuando que el problema está en la reacción de la persona afectada. Carl Rogers afirmaba que ser escuchado sin juicios ni intentos de moldear a la otra persona es profundamente reconfortante.
«Nunca sucedió»
Forma parte del gaslighting, una manipulación que busca que alguien dude de sus recuerdos o percepciones. En estos casos, se recomienda confiar en la propia memoria y sentimientos.
«¿Por qué no puedes ser más como…?»
Las comparaciones, como con un hermano o primo, generan sentimientos de inferioridad y restan valor a las cualidades individuales.
«Lo hice todo por ti»
Este tipo de frases funcionan como un chantaje emocional, haciendo sentir a la otra persona en deuda y presionándola a actuar contra sus verdaderos deseos.
«Tú siempre…» o «Tú nunca…»
Las generalizaciones perpetúan etiquetas injustas y dañinas, denotando falta de escucha y empatía.
«Es solo una broma»
Se usa para encubrir comentarios ofensivos bajo la excusa del humor, invalidando el derecho de la persona a expresar que se sintió herida.
«Es por tu propio bien»
Puede disfrazar un intento de control o de restar valor al criterio propio. Carl Jung recordaba que el mayor privilegio de la vida es ser uno mismo, incluso si implica cometer errores para aprender.
Reconocer estas expresiones y su carga emocional es fundamental para establecer límites saludables y fomentar un entorno familiar basado en el respeto mutuo. La responsabilidad afectiva, acompañada de empatía y comunicación asertiva, es clave para construir relaciones que fortalezcan, en lugar de dañar, el bienestar emocional de sus integrantes.